Objetivo Birmania fue uno de tantos grupos españoles que salieron de aquella década prodigiosa de los años ochenta y que al son de la música nos alejaba definitivamente de la dictadura franquista.
Como otros grupos de canción rápida y facilona, no pasaron a la historia de la música, su tiempo fue bastante efímero. Lo que parece claro es que para algunos (como el que esto escribe), su nombre se quedará de por vida en el recuerdo. Al igual que con otras cosas de la vida que no tienen remedio, en alguna parte de mi subconsciente todavía suena aquella canción de «Los amigos de mis amigas son mis amigos».
Birmania en la lengua de Cervantes, también llamada Burma por los anglosajones, es uno de tantos nombres que se fueron acumulando durante mucho tiempo en la mente de uno. Aunque en los últimos años se ha impuesto el nombre tradicional de Myanmar, yo soy de los de piñón fijo al que todavía le vienen a la memoria los nombres que aprendí de pequeño. Ya se sabe que esto de los nombres no es tarea fácil, y en Asia menos, muchas veces no puedo hacer nada para remediarlo y se me siguen escapando los antiguos nombres como Bombay, Benarés y Saigón.
Viajar inspirado por los libros leídos y la historia tiene su gracia, pero también las contradiciones de sentirte como si estuvieras persiguiendo fantasmas.
Myanmar ahora reluce como sus pagodas doradas, es uno de esos destinos asiáticos de los que (casi) todo el mundo habla. Como ocurre con otros señalados lugares, una gran parte de la gente a la que preguntas te dice lo mismo: debes ir antes de que cambie, ya no es lo que era, cuando yo estuve el país era más auténtico, ahora hay turistas…
Huyendo de los estereotipos que escuché varias veces y tratando de evitar las mitificaciones que produce escuchar los mismos comentarios, uno aceptó sin problemas y sin ninguna resignación el hecho de que me tocaría visitar el país cuando los avatares de la vida me permitieran ir.
Birmania es uno de los países asiáticos a los que no pude ir durante el viaje de la vuelta al mundo, y es que por aquellos tiempos no tenía sentido la visita debido al proyecto profesional en el que andaba inmerso. Como otros lugares, al final su visita se postergó quizá más de lo que debiera, pero ya se sabe, la vida dispone, y uno optó antes por ir a otros destinos: balcánicos, ex soviéticos y asiáticos principalmente.
Durante mucho tiempo, lo primero que me venía a la mente al pensar en Birmania era cualquier cosa menos turismo. Mi vida e infinidad de lugares se han ido mezclando con libros, y es algo lógico que ciertos destinos vayan parejos a las páginas leídas, es algo que no puedo evitar.
Cuando pienso en Myanmar hay dos libros que siempre me vienen a la mente, son Los dias de Birmania de George Orwell y Crónicas birmanas de Guy Delisle.
El autor de las obras maestras de 1984 y de Rebelión en la granja también nos regaló la extraordinaria historia birmana de Flory, uno de esos héroes cansados que van a contracorriente, lo cual no debía ser fácil dentro del encasquetado mundo de las colonias británicas. Delisle en cambio nos deleita con sus dibujos y con su humor, con un conjunto de situaciones rocambolescas que forman la historia de su día a día en el país y que nos ayudan a entender la realidad reciente.
Ambos libros fueron mi salvoconducto para viajar al país antes de hacerlo físicamente. El talento de sus páginas ha ido mezclado y agitado con lo que mi mente asociaba con el país: historias de opio alrededor del triángulo de oro, miserias de otra dictadura militar asiática, un sistema cerrado que recibe poco turismo, el recuerdo de las duras batallas durante la Segunda Guerra Mundial, las consecuencias de haber sido colonía británica o el ser una tierra fronteriza entre los dos gigantes asiáticos de China e India.
Pero Birmania, Burma, Myanmar o como se quiera llamar, también ha estado en el mapa por las apariciones esporádicas en los medios de la dama asiática por excelencia, la Premio Nobel de la paz, la famosa Aung San Suu Kyi .
Como puede apreciar uno, mis conocimientos no identificaban ni uno de los hermosos lugares turísticos del país, quizá a lo sumo se veían pagodas a lo lejos y las aguas del Mekong, pero poco más.
Así que con todo ello me dirigía en plena época navideña a un país que durante mucho tiempo ha estado encerrado en su mundo, entre militares asesinos corruptos, la inocencia de sus habitantes, el caos étnico y la belleza sin igual de sus hermosas pagodas doradas…
Hoy la cita es: «El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños». Eleanor Roosevelt