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Abandono Bulgaria desde un lugar llamado Veliko Tarnovo

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26 May 2013
Aventura, Balcanes, Bulgaria, Lugares, Sueños, Viajes
by Iván

English translation by google

En un lugar llamado Veliko Tarnovo me puse a dejar volar la imaginación mientras estaba sentado con la vista perdida mirando el horizonte de un fabuloso atardecer. Allí estaba yo con una cerveza bien fresca  en la mano viendo el espectáculo gratuito del atardecer. De frente veía las  escarpadas casas de colores que resaltaban entre el verdor de los árboles y el precioso azul que iba mostrando un fascinante ocaso del día.

En esos momentos me embriagaba la felicidad de sentir la libertad absoluta, es en esos instantes cuando uno piensa en cosas como el paso del tiempo y recordé que  ya llevaba un mes viajando. Pensé en lo rápido que a veces pasa todo, quizá no era solamente el presente viaje, también era la vida misma. Pero cuando un atisbo de melancolía me venía  pude sentir el armonioso  sonido de los pájaros y enseguida se me recompuso una sonrisa de oreja a oreja y pude sentir el brillo de alegría en mis ojos.

De repente pensé en  la cantidad de experiencias que había sentido  en los pasados treinta días en un país del que hace bien poco desconocía absolutamente todo. Y también sonreía ante lo que estaba por venir y que solamente el paso del tiempo y el camino recorrido me iban a mostrar.

Una vez más  apenas había preparado mucho  el  viaje. Iba  inspirado simplemente por  la ilusión de lo desconocido pero también por mi humilde tributo a uno de los grandes escritores y viajeros románticos del pasado siglo. Era el sentido y humilde homenaje hacia aquel  tiempo de los regalos con ese  tercer libro no publicado de  una trilogía inacabada que honraba a uno de mis grandes héroes: Patrick Leigh Fermor.

Simplemente  sabía que tenía que  conocer Bulgaria y Rumania antes de llegar a una  Estambul que quizá me resolvería algunas dudas. Viajaba en busca de algo , quién sabe si era un sueño o simplemente  muchas leyendas. O quizá lo más sensato era pensar que se trataba de  un algo o un todo que ignoraba. 

Sentía que el viaje y los pasos recorridos eran la mejor forma que hay  de dejar momentos atrás y  de proyectar un futuro que en esos momentos desconocía por completo. Pero también era el viaje en honor al leer y viajar para honrar a un libro gracias al cual pude dar la vuelta al mundo. El viaje del Camino de Santiago había sido el inicio de un nuevo proceso catalizador de cambio en mi vida y ahora llegaba de nuevo el momento de viajar sin la dictadura del reloj al no tener marcada la fecha de un billete de  vuelta.

Pensaba en esos momentos en el inicio del viaje y en todo lo que yo desconocía. Estaba inmerso en el espectáculo natural al ver el ocaso de un nuevo día que se nos iba . Veía el cielo y la esplendorosa escultura de un caballo saludando al viento ante el inmenso cielo azul y en ese instante pensaba en un billete de ida que me llevó  de Madrid a Sofia.

El resto vino en función de los caminos, las sensaciones y lo que la propia ruta me fue dictando. Desconocía prácticamente todo de Bulgaria, a decir verdad esa parte de Europa permanece desconocida no solamente para el ciudadano medio, lo hace también para la mayor parte de los viajeros.El extremo oriental del sur de Europa es un cruce de caminos del que apenas sabemos nada, y Bulgaria es un lugar que marca ese desconocimiento como pocos. Los Balcanes volvían a ser de nuevo un lugar al que llegaba en un momento de cambio, tierras diversas que simplifican como pocas la diversidad de una vieja Europa que en estos momentos languidece ante un incierto futuro

Ahora, desde la calma que me proporcionaba estar  recién llegado a la última parada de Bulgaria pensaba  en todo lo que dejaba atrás. Sobre la cama del agradable hostalito de la parte vieja  de Veliko Tarnovo aparecían esparcidas viejas fotos, postales, libros y mapas.

Veía pasar delante de mis ojos el transcurrir del tiempo de las pasadas semanas con todos  sus lugares y con las gentes que había encontrado en los caminos. Pasaba con calma las hojas de la vieja libreta negra y allí podía ver las numerosas notas que tenía anotadas durante las pasadas semanas. Contrastaba el signo de interrogación del inicio con las vivencias y nombres  de monasterios, montañas, mares, personas, ciudades y pueblos.

Me venían las imágenes  en el vuelo rumbo  a Sofia y como  yo leía por primera vez  los nombres de unos lugares  que ignoraba completamente  y que eran parte de mi próximo destino .Y mientras subrayaba aquellos nombres se producía eso de leer sobre un país Bulgaria , donde absolutamente todo me sonaba a nuevo y  a desconocido. Esa extraordinaria sensación de llegar a lugares de los  que desconoces casi todo y que siempre me ha puesto en  un estado de euforia dificilmente explicable.

Ahora, mientras la agradable brisa del verano golpeaba mi rostro me sentía en calma y en paz. Estaba  recién llegado a Veliko Ternovo y  recordaba con una sonrisa  eso que estaba ante la última parada de un país por el que había estado viajando el pasado mes. Atrás quedaban nombres de lugares de los que desconocía todo: Sofia,Rila, Bansko, Plovidiv, Varna, Burgas, Sozopol, Nesebar, y Chernomrets.

Veliko Tarnovo me recibía como suele ocurir con ciertos lugares a los que llegas tras seguir los dictados del corazón. La belleza aparecía en cualquier momento durante los tres días que  pude disfrutar de esa agradable enclave que sería mi puerta de salida de Bulgaria. Los reflejos del amanecer se mezclaban con los maravillosos colores al atardecer, en su fantástica fortaleza brillaban los colores de las banderas al viento, y  en las calles  con sonidos de violines de fondo llegaban fugazes destellos de una calma que me sabía a gloria.

Allí fueron pasando los días sintiendo  la belleza del viaje y el deambular sin rumbo fijo por una agradable ciudad con aire de pueblo en  la que rápidamente me sentí a gusto. La juventud y el ambiente estudiantil se notaba en un lugar que me servía  de reposo antes de saltar a la  vecina Rumania.

Veliko Tarnovo fue un enclave perfecto para dejar atrás lo vivido en Bulgaria. Ahora pensaba en lugares , pero sobre todo como en otros tantos viajes  me  venían a la mente rosotros de gentes diversas. Las mujeres del avión, el profesor de universidad con un hostel, la camarera del pueblo de alta montaña, el recepcionista borrachín, la mujer que hablaba sola, los monjes de los monasterios, la mujer que esperaba huéspedes en la estación, las abuelas que ms sirvieron como caseras, la estudiante de español, la couchsurfer que me llevó al parque con sus amigos a beber cerveza, las mujeres que me ayudaron a coger el taxi colectivo, la traductora de español que encontré en el parque, las viajeras asiáticas, las miradas perdidas en el tranvía…

Y ahora me veía cerrando la puerta de un nuevo hostal que representaba el fin del viaje por un país tan fascinante como desconocido. Así que de nuevo con la mochila al hombro  partía y atravesaba  las calles de una antigua ciudad llamada Veliko Tarnovo. Allí desde una humilde estación de tren me esperaba un largo  viaje que me llevaría a una Bucarest que  resultó ser una vieja  y fascinante dama con muchas caras…

Hoy la cita es : «Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas» Pablo Neruda

About the Author
Viajero y lector que por vocación se convirtió en Ingeniero Agrónomo y que por un descuido se le ocurrió hacer un MBA. Mochilero inquieto y curioso que quiere seguir conociendo el mundo, sus gentes y culturas. Apasionado por la literatura de viajes y por la conexión entre el viaje y el humanismo. Creo en el viaje como forma de aprendizaje e investigo sobre ello de forma independiente y autodidacta.
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5 Comments
  1. Pau 27 mayo, 2013 at 13:54
    Gracias por dejarnos viajar con tus palabras!
  2. Iván 27 mayo, 2013 at 20:04
    Gracias Pau, siempre inspirado en los Balcanes :) . Un abrazo amigo
  3. Claudia 3 junio, 2013 at 2:05
    Muy bonita esta entrada Iván
  4. Iván 3 junio, 2013 at 14:51
    @Claudia : Gracias, me alegro que te haya gustado.
  5. Pingback: Ciudadano en el Mundo » Las venas abiertas de Europa del Este

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